12 razones que hacen del periodismo un oficio (in) decente

El día 7 de octubre (hoy, hasta dentro de una hora más o menos) se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Sí, amigos. Existe esa conmemoración.

Y, aquí, esta humilde periodista está que se muere de la risa. Porque si hay un trabajo poco decente en el mundo, es el del gremio de esta servidora.

Dejo la lista de razones en doce, para no hundirme yo y para no hundir a nadie.

1. Tu sueldo es una broma macabra. Si estás estudiando o pensando estudiar periodismo, tienes que saberlo. No es una leyenda urbana ni un invento de un gremio de llorones: vas a ingresar muy poco dinero, especialmente, si eres autónomo. Vivirás con una cuenta al límite y te darán sofocos cada vez que consultes tu saldo en el banco.

2. Vives menos. No hay tiempo para reuniones familiares, para visitas a los bebés de tus amigas, ni para paños calientes. Tienes que escuchar rápido los lloros de tu Best Friend Forever por su último desengaño amoroso y desarrollar una capacidad sobrenatural para dar consejos a cien por hora. La mayoría de las veces, además, lo haces por teléfono mientras que redactas un breve (o editas unas colas). En la última foto que tengo con mi grupo de amigas, llevaba dos tallas menos y tenía el pelo treinta centímetros más corto.

3. Jamás logras contentar de una sola vez a todos tus «clientes». Es imposible que una noticia tuya les guste a tod@s. Alguien se va a enfadar y te va a gritar. Porque lo que le gusta a tu jefe (o a tu jefa) no le gusta al político (o a la política) de turno, y viceversa. El/la lector/a (o espectador u oyente), por sistema, va a encontrar cualquier ínfimo fallo en tu redacción (o locución). No va a cortarse a la hora de gritarlo a los cuatro vientos en una red social (o en varias).

4. Descubres que (casi) tod@s l@s politic@s son bipolares. Unos días te quieren comer a besos y otros te buscan portando antorchas y piden tu cabeza. La alegría suele coincidir con una extensa noticia en la que, por una inauguración, una medida social o una nueva iniciativa cultural, su imagen queda la mar de bien. También puede ser por una foto en la que se ve favorecido/a (que no la has hecho tú, todo sea dicho de paso). No te puedes relajar porque sabes que, unos días más tarde, alguien de la oposición l@ pondrá a bajar de un burro. Tu lo recogerás en una información y te transformará (sólo durante unas horas, eso sí) en tu peor enemig@.

5. Por una incomprensible razón, todo el mundo piensa que vives muy, o quizás demasiado, bien.  A pesar de lo anterior, todos tus amigos y amigas (salvo tus compañer@s de gremio) están empeñados en que eres el puto amo o la reina de la fiesta. No intentes convencerlos de lo contrario, «tu vives de puta madre» será una de las frases que más escucharás a lo largo de tu vida.

6. Al menos una vez al mes, te da asco lo que haces. Sí, suena mal, pero es así. Y, quien diga lo contrario, miente. Esos días suelen coincidir con un mandato para que hurgues en un suceso escabroso, unas declaraciones populistas a rabiar o una mentira políticamente incorrecta que escribes, aunque ya sabes de antemano que te la están colando.

7. Te sobran dedos en las manos para contar a los compañeros. Hay demasiados egos, demasiada envidia y demasiadas ganas de pisar. Hay quien me ha dicho que pasa en todas las profesiones, pero no me lo creo. El periodismo, salvo en muy pocas excepciones, es un nido de trepas y un criadero de tontos motivados.

8. Todo el mundo es periodista y, si los apuras, mejor que tú. Todo el mundo sabe contar cosas, sí. Pero no todo el mundo es periodista. Las redes sociales, especialmente Twitter, están haciendo muchísimo daño.

9. «¿De dónde cojones sacaste ese titular?». A parte de la ya consabida «tu vives de puta madre», la pregunta del millón sobre los titulares será prácticamente diaria. Normalmente, viene de parte del politico/a de turno y tienes que explicarle que, en un espacio tan reducido, es inviable poner: «Yo hago esto por el bien de todos los vecinos, que me caen todos muy bien y mucho más cuando me votan».

10. Eres un yonki de la información. No existe el descanso. En cuanto entras en la rueda, quieres saberlo todo, te pasas el día revisando el apartado de noticias de Google y vigilas cada cinco minutos los teletipos. No puedes hacer nada por dejarlo, estás enganchado.

11. Érase un periodista a un móvil pegado. El móvil es tu herramienta de trabajo y no puedes dejarlo ni a sol ni a sombra. Afortunadamente, has desarrollado la capacidad de escribir un «WhatsApp» mientras que escuchas a tu pareja soltándote el sermón sobre lo difícil que es mantener una conversación contigo si no sueltas el iPhone.

12. Tienes fama de «boca chancla», pero todo el mundo te cuenta sus secretos. Sí, soy periodista. Y sí, esto que te pregunto es para publicarlo. Señoras y señores, si no quieren que media España se entere, no nos desvelen sus más oscuros pensamientos. Gracias.

10 comentarios en “12 razones que hacen del periodismo un oficio (in) decente

  1. Mónica dijo:

    Me enganchas, si que discrepo contigo, en toda profesión hay envidias, piques y trepas, y lo típico que te digan «de que te quejas tú, si vives de PM «, ahora si que te doy en la razón k en unas en mayor y otras en menor medida, buenas noches Carmen

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  2. bbecares dijo:

    Tienes razón en muchas cosas, sobre todo en el sueldo y en que ‘como todo el mundo puede ser periodista’ eso nos perjudica más…. Sin decir la obsesión por tener como becarios a personas que ya son profesionales del gremio. Pero a yo pienso como Márquez, en eso de que puede ser el oficio más bonito del mundo.

    Y sobre lo del tiempo libre, supongo que será culpa de tus clientes. A mí lo que más me gusta de ser periodista freelance es que puedo trabajar desde casa y organizarme para no parar un segundo de hacer cosas!!!

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